dijous, 10 de març del 2011

honradez y sentido común


leer.
(Del lat. legĕre).
3. tr. Entender o interpretar un texto de determinado modo.
traducir.
(Del lat. traducĕre).
3. tr. Explicar, interpretar.
comunicar.
(Del lat. communicāre).
4. tr. Transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor.[1]


Pensemos en un acto comunicativo cualquiera. Un emisor transmite un mensaje que es recibido por un receptor que comparte su mismo código, un código que se ha configurado en un contexto determinado, donde ambos se encuentran, espacial y temporalmente. Pensemos ahora en un texto. Un autor escribe un mensaje que es recibido por un lector con el que comparte un código descontextualizado de forma tanto temporal como espacial. El lector interpreta dicho mensaje en función del contexto en el que se encuentra, que es el que ha configurado el código mediante el cual lo descifra. El lector traduce el mensaje a su propio código y crea uno nuevo  adecuado a su contexto. [2]
Imaginemos ahora a un hombre y una mujer que conversan. En español. El hombre, de repente, incluye “prostituta” en su diálogo, algo que la mujer interpreta como un acto de descaro. El gesto del hombre y su actitud corporal, como el hecho de que, al observar a su alrededor, ve una prostituta apoyada en un semáforo, demuestran a la mujer que se trata de un simple mal entendido. La mujer ha traducido las palabras del hombre a su propio código, configurando un nuevo mensaje que se ha visto de nuevo interpretado mediante los elementos contextuales de la conversación (la actitud, el gesto, la presencia de una tercera persona que no participa en el proceso comunicativo activamente).
Imaginemos ahora un texto. Un hombre de 20 años que lee en español en un vagón de la línea 2 del metro a las 8 de la mañana mientras se dirige al trabajo las palabras que antaño escribió Virginia Woolf y que se publicaron bajo el título de Orlando. El hombre y Virginia no comparten código (la lengua en la que escribió Woolf no es la misma en la que está siendo leída Orlando) ni contexto alguno (sexo, edad, espacio ni tiempo, con lo que todas esas diferencias conllevan), pero sin embargo el mensaje es interpretado por el lector como la escritora pretendía en 1928. Alguien ha sido en el responsable de transmitir el gesto y la actitud de Woolf y de girarse a mirar quién (y qué) había a su alrededor por el lector y se lo ha transmitido a través de las palabras: el traductor. La obra ha sido transmitida de Woolf al lector, del modernismo británico a la literatura española contemporánea gracias al traductor, el papel del cual ha sido discutido a lo largo del tiempo. Lefevere enfatizó en la responsabilidad del reescritor en la recepción (y consiguiente supervivencia) de los textos literarios[3], y Pound y Benjamin le otorgaron al traductor la categoría de “dador de vida”[4]


"La verdad es que las cualidades que (idealmente) tendría que reunir un traductor son tantas y tan variadas que parece imposible que se den... y, efectivamente, no se dan,  (...) La traducción (...) es una tarea imposible, pero hay que intentarla. Ser un buen traductor es algo absolutamente quimérico, y, por ello, siempre tendremos una excelente excusa para justificar nuestro fracaso. (...) Todas las restantes cualidades del traductor (además de la de saber escribir) se resumen en dos, que son honradez y sentido común. El traductor podrá engañar muchas veces (...) al editor, al crítico y al lector, pero no podrá engañarse a sí mismo, y sabrá perfectamente cuándo hizo un trabajo chapucero, cuándo no averiguó cosas que tenía que haber averiguado y cuándo la obra que tradujo estaba, sencillamente, por encima de sus facultades. (...) Y luego necesita, más que cualquier otra cosa, sentido común. Tiene que saber, sencillamente, cuándo hay algo que no sabe. Darse cuenta de que aquello que cree leer o entender no tiene sentido, de que hay algo que no puede ser ..."[5]



[1] http://buscon.rae.es/draeI/
[2] «para los semióticos todo intercambio de información, incluso realizado dentro de una misma cultura, no supone el empleo de un código común sino de dos códigos diferentes que se interseccionan (lo que significa que la “traducción” empieza ya en el momento de la interpretación de cualquier texto)», Intertextualidad cultural en traducción, Zinaida Lvovskaya, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, p. 1.
[3] LEFEVERE, André; Traducción, reescritura y la manipulación del canon literario. Mª Carmen África Vidal y Román Álvarez (trads.). Salamanca: Ed. Colegio de España. Biblioteca de traducción, 1997 en La relevancia de la documentación en teoría literaria y literatura comparada para los estudios de traducción, Dora Sales Salvador, Universidad Jaume I de Castellón, España.
[4] LEFEVRE, André; «Introduction: Comparative Literatura and translation», Comparative Literature, 47 (1995), 1-10. N. Carbonell (trad.) en La literatura comparada: principios y métodos, María José Vega y Neus Carbonell (eds.). Madrid: Gredos, 1998.
[5] Miguel Sáenz: "La traducción literaria", p. 407, en: Esther Morillas y Juan Pablo Arias: El papel del traductor. Salamanca: Ediciones Colegio de España, 1997, pp. 405-413.